¡Fuertes raíces setenteras!
Ante la mala racha de fallecimientos en el mundo de rock, primero Lemmy, luego David Bowie y posteriormente Alan Rickman, hay quienes se han atrevido a juzgar sin tapujos una carencia de munición generacional, hasta tal punto de afirmar una posible defunción del mismo, de que nadie va ser capaz de reavivarlo cuando no queden vivos ni el resto de los grandes iconos. Un razonamiento respetable pero que carece bastante de fundamento en el sentido de que existen en la actualidad infinidad de bandas con las cualidades suficientes para elevar a la enésima potencia el término rock, sin traicionar sus raíces, en recuperar la esencia estilística y arrolladora que atesoraba en los años70.
En cierto modo, quizás sea razonable en el sentido de que pocas veces nos topamos con formaciones que demuestren una grandeza inusitada, de la cabeza a los pies, como si hubieran nacido con un especie de don, para ser unas verdaderas estrellas y convertirse con el paso del tiempo en unas autenticas leyendas. La amplia mayoría optan por tomar prestado estructuras musicales sin romperse los cuernos componiendo, girando en una monótona y rutinaria espiral de fórmulas, sin saber encontrar una salida a través de la cual su música encuentre nuevos modos con las que adaptarse a la época.
Así mismo, habría que comentar que deslumbrar a estas alturas moviéndose exclusivamente dentro de unos definidos parámetros de potente hard rock, de corte setentero, es algo que está al alcance de muy pocas bandas y por si ello no fuera suficiente, hay que sumarle la proeza de acometerlo de un modo personal y elegante, apartándose del sendero marcado por los grandes para no incurrir en un considerable plagio.
Los catalanes´77 sin buscar necesariamente una pretensión despótica de cambiar de opinión a aquellos que creen que el género ha dado todo de sí, tratan de estimular y revivificar la escena rockera, la cual se encuentra un poco insípida, a falta de formaciones de auténtico y puro espíritu rockero, carentes de los rasgos fundamentales: actitud chulesca, furia, pasión y descaro; escapando de lo corriente y yendo más allá de lo mostrado en sus grabaciones enlatadas, coronándose como unos maestros apasionados del hard rock, en ofrendar altas descargas de adrenalina y energía, de puro revival y mucho boogie. Un maremágnum de melodías sentidas que desembocan en pasajes enérgicos y estribillos intensos, planeando por encima de nuestras cabezas multitud de reminiscencias setenteras y confirmándose las realidades tangibles de su última entrega “"Nothing's Gonna Stop Us", como algo superior al resto de su discografía. |
Salieron de camerinos dispuestos a dar la mejor impresión posible, en la búsqueda de esa unión perfecta con el público para despacharse a su gusto, comenzando a hacernos mover los pies con “We're '77” y “High Decibels", una extraordinaria capacidad evocadora y sugestiva, ejemplificándose en la forma de actuar de LG Valeta , imprevisible en sus movimientos, metiéndonos el ritmo en el cuerpo a base de adictivos riffs, con un desparpajo y fluidez setentera que apasionaba.
La buena respuesta cosechada en “It's Alright” y “Nothing's Gonna Stop Us Now” ambas pertenecientes a su última obra, ya fue un buen síntoma que los músicos captaron, Armand Valeta sacando a relucir ese ingenuo encanto en sus melodías vocales propias de los mejores tiempos del hard rock americano, controlando ese toque entre el rock, el blues y el hard rock con una versatilidad que contrastaba con la de su hermano, riffs a piñón fijo que iban marcando una línea un pelín delimitada.
Era el turno de “Down And Dirty”, primer momento en que la concurrencia cobró un gran protagonismo, marcando un antes y después en la descarga, ya que a partir de ese momento todo en adelante fue de lo más apasionante, lanzándose los músicos a tumba abierta a tocar la fibra sensible de quien supiese apreciar una música de sentimiento, logrando una extraordinaria comunión, la cual no siempre se da de una manera tan cálida, devolviendo con creces ese calor recibido que necesita una banda que siente lo que hace, mediante entrega y pasión en cada nota.
Tras este sprint que nos metieron en mitad del concierto con "Street Dogs” y “Melting In A Spoon” llegaba el turno de experimentar un subidón total, por medio de “Things You Can't Talk About", con un desbocado LG Valeta poseído, recorriendo la sala y manteniendo tensos los hilos eléctricos. Una potencia decibélica respaldada por una baterísta de pegada viva y sólida. Un rock setentero directamente inspirado en colosos, cerrabas los ojos y te parecía escuchar juntos a AC/DC, Rose Tattoo y Thin Lizzy juntos contra viento y marea, haciéndote bajar al infierno para que te des cuenta de que allí, si por un casual te toca ir, se estará mejor que en el cielo. Una exposición que fue progresivamente aumentando de biorritmos, sobre todo en las siguientes en caer “Come & Join Us”, "We Want More Rock And Roll" y sus particulares homenajes a Queen y Lemmy de Motörhead con ““We Will Rock You” y “The Hammer”, respectivamente; elevada inmediatez, acordes sulfúricos, erosión y finales de infarto.
En ningún momento hubo lugar para vanagloriarse, sino que se dejaron la piel para que todos los presentes estuviéramos en el bolsillo antes de llegar a los correspondientes bises, manifestado con movimientos convulsivos su sentir, a través de suculentas raciones de caña “Stay Away”, “Your Game's Over” y “Big Smoker Pig”, con el que terminaron de dar todo lo que llevaban dentro. Un estado de histeria colectiva, cabezas moviéndose frenéticamente, jadeando sin descanso y yendo a la barra a calmar su sed fruto de una noche embriagadora de buena música que invitaba a olvidar todas las penurias sufridas a causa del horrible momento en que vivimos. Conciertos como el ofrecido por ellos son un negocio redondo para cualquier dueño de un garito, puesto que incita a ir una y otra vez a la barra. Una buena manera de volver a acercar a la gente a un género que tiempo atrás era lo máximo. |